La controversia en el tribunal de familia sobre un terapeuta sexual surge a raíz del bloqueo económico a Cuba, que obliga a someterse a servicios sexuales como medio de sustento económico para los miembros de la familia en la isla, lo cual constituye el meollo del asunto en el dilema de la terapia sexual. También existe una dinámica de entrenamiento de obediencia en la que se debe seguir explícitamente la instrucción para la terapia sexual con fines clínicos, en lugar de resolverlo de manera natural como los cubanos están acostumbrados. La forma tradicional de resolver la controversia de la terapia sexual es a través de redes informales sociales y profesionales. Es probable que las mujeres huyan y arriesguen la violencia doméstica o la seguridad de su familia en un país extranjero si se resuelve a través de litigios para obtener una tarjeta verde, mientras que son engañadas para facturar al propietario de la propiedad y brindar servicios para el beneficiario de terceros. Aunque aún se debate si se reconoce abiertamente y se aproxima la cuestión de la economía sexual, se ha reducido a una disputa eclesiástica para la iglesia adinerada. Mi asistencia a una iglesia podría identificarla como proveedora de terapia sexual, atrayendo a un flujo constante de solicitantes cubanos de terapia sexual. Sin embargo, la mujer está haciendo lo que quiere por su propia voluntad. La política militar sobre los desertores de Cuba me está impidiendo encontrar empleo local remunerado debido a sus repercusiones en el mercado de la tarjeta verde como receptor de seguridad social psiquiátrica de Puerto Rico que puede costear eso y más con la pensión. Entonces, un profesional discapacitado puertorriqueño y un desertor cubano militante están luchando por una mujer que se expone al riesgo de violencia doméstica tanto para ella como para su familia cubana al fugarse con desconocidos debido a la perspectiva de obtener ciudadanía por anclaje. Mi objetivo mínimo es mucho más que bienvenido con los brazos abiertos por mi vecindario, está en las estrellas. El profesional de seguridad social puertorriqueño está pagando a otra persona un precio exorbitante por terapia sexual y la candidata femenina está operando por una miseria y engañando a su familia. Lamento escuchar que estás experimentando una forma de demencia de personalidad atrofiada mientras perteneces a una familia adinerada y tienes que enseñar a mujeres hispanas cómo demostrar que vales y eres viable sin ser extorsionado o una celebridad con demencia. Se argumenta que me estoy comunizando a mí mismo a través de la agricultura en línea, como los agentes de bienes raíces, pero estoy atrayendo competencia oportunista y siendo forzado por los olvidadizos. Es una farsa internacional porque mi cuñada está falsificando mi tarjeta verde ocupacionalmente para obtener una pensión para su familia extranjera como huérfano estadounidense, y yo estoy tratando de redirigir este pago por paternidad anclada en lugar de una posible reclamación de propiedad intelectual que aún no ha dado la vuelta al mundo debido a su énfasis en el comercio global y la especulación sobre convenciones internacionales de propiedad intelectual que no necesariamente tienen peso a nivel nacional, lo que demuestra una incapacidad para empleo doméstico con salario y beneficios que podría extender en una reclamación civil de paternidad o custodia como un padre irresponsable en busca de los tambores de hoy. Las mujeres latinoamericanas juegan a la gallina, miden el tamaño de las familias en las relaciones y actúan como si fueran propiedad, eliminando todas las distinciones de clase en una economía de monopolio de pagador único, lo que hace que el jugador con apuestas pequeñas parezca un pez grande en un mercado de peces pequeños. Es probable que te ofrezcan poco y te arrepientas, y no te presten atención a menos que tengas un buen coche, ropa cara y vivas en un vecindario exclusivo con un anillo de bodas ostentoso. Mi lema es: ser estadounidense es riqueza en demencia, compartir en escritura anónima de fantasmas y ganar en ausencia de espíritu.